Los gemidos se escuchaban en la habitación de Urtear mientras el mago oscuro acariciaba suavemente la piel blanca de su joven secuaz, le besa suavemente el cuello mientras la escucha gemir.
“Zeref-sama, Zeref-sama”
La verdad, Urtear era una perfecta manipuladora y sabía jugar con sus juguetes y aún así, era una perfecta muñeca que solo respiraba
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